Comentario
Al Badariense sucede otra cultura, conocida con el nombre de Negade I o Amratiense (de El Amrah, cerca de Abydos), Su tierra de origen se encuentra también en la mitad meridional del Alto Egipto, con ramificaciones hasta el límite de Nubia y por el Wadi Hammamat, documentadas estas últimas por grabados rupestres. Mucho de su utillaje se deriva de las culturas precedentes, pero mucho también es nuevo, variado y abundante. La agricultura y la ganadería están acreditadas como bases de la economía, con el complemento importante de la caza. He aquí sus manifestaciones más típicas: Cerámica de borde negro (B-ware = black-topped ware, según la terminología de sir Flinders Petrie, su descubridor) y paredes de color rojo oscuro. Los dos colores son resultado de que el interior y el borde del recipiente han sido cocidos en un medio reductor y han quedado ahumados, mientras que el resto del exterior lo ha sido en un medio oxidante que le ha dado el tono rojo. Esta cerámica se deriva de la badariense, pero se distingue de su antecesora por la tonalidad más oscura del rojo y también por sus formas, casi todas altas y esbeltas, como si las comidas, las bebidas o el ritual funerario exigiesen recipientes distintos de los badarienses. Más adelante, la cultura de Negade II conservará este tipo de recipientes, de gran belleza y elegancia.
Cerámica roja pulida (P-ware=polished-red-ware), toda ella cocida en un ambiente oxidante y muy relacionada con la anterior.
Cerámica de líneas blancas cruzadas (C-ware=white-cross-lined-ware), variante de la anterior, con decoración pintada en blanco: temas geométricos en su mayoría, pero también figuras de plantas, hombres y animales, que producen la impresión de invenciones sin precedentes. Los hipopótamos y la fauna de la estepa son objeto de gran atención. Las decoraciones geométricas parecen inspiradas en las labores de cestería, que a juzgar por los restos hallados en los poblados y en las tumbas, alcanzaron un gran desarrollo en esta época. La cerámica en cuestión -la C-ware- es exclusiva de Negade I, no pervive después.
Las tres clases de cerámica que acabamos de considerar demuestran la pericia, la destreza manual y el buen gusto de los alfareros de Negade I; pero las demás artes e industrias forjadas por esta cultura ofrecen otras abundantes muestras del talento de sus artesanos.
La industria del sílex tallado produce un magnífico instrumental de finísimas piezas bifaciales: cuchillos y puntas con la típica cola de pez, cuchillos romboidales y puntas de lanzas y de flechas en las que se logra un borde continuo y afilado. Para comprobar su grado de perfección basta compararlas con las de Merimde-Benisalame.
Las paletas de afeites abandonan la antigua forma rectangular para adoptar la romboidal. Una de Dióspolis Parva ostenta un elefante grabado, codiciada presa para cuantos practicaban entonces el arriesgado ejercicio de la caza mayor.
La producción de vasos de piedra, que estaba aún muy restringida en el círculo badariense, adquiere ahora un incremento extraordinario y revela una sorprendente predilección por minerales durísimos. Aquí asoma otra faceta del Egipto antiguo distintiva de toda su historia. Los griegos aborrecían aquellos basaltos y aquellos pórfidos que oponían terca resistencia a sus mejores cinceles y en consecuencia, aún en época romana, dejarán en manos de los egipcios la ardua especialidad de trabajar en aquellos materiales. Pues bien: la maestría egipcia en la talla de estas piedras empieza a percibirse ahora en el limitado muestrario de tipos de vasos producidos por los escultores. Algunos de sus detalles, como el borde saliente, las asas de ojal y el pie troncocónico, permiten colegir que se inspiran en las formas de los pomos de marfil característicos de la misma época.
Tanto estos vasos de piedra como los peines de marfil y otros muchos objetos de lujo y de adorno siguen haciéndose iguales en la época de Negade II. Entre las armas son muy características las mazas de piedra discoidales y en forma de plato. Más adelante se vuelve a las formas más primitivas de pera y manzana.
El Egipto de esta época no se encuentra aislado, y prueba de ello son los objetos y adornos de cobre, lapislázuli, plata y concha, que aparecen como testigos de relaciones comerciales con el exterior. Es seguro que ya se utilizaba la salida al mar Rojo por el Wadi Hammamat; quizá se llegase por él hasta Abisinia. El lapislázuli se traía por viejas rutas caravaneras dede Beluchistán hasta la costa de Siria, de donde es posible que pasase por mar hasta el Delta, y de aquí remontase el Nilo hasta el Alto Egipto.